consumidor

Consumidor: El que más barato compra es quien más exige

Irónicamente, el consumidor que exige los precios más bajos y el que adquiere los productos más baratos, es el que mayor cantidad de exigencias realiza tanto a las marcas como a los establecimientos. Es por esa razón que ofrecer precios bajos como única estrategia para impulsar las ventas puede ser contraproducente.

Muchos dueños de negocios tienen la idea de que al bajar los precios se van a generar clientes satisfechos e incluso piensan que le hacen un favor a ellos y a sí mismos, cuando la realidad puede ser un tanto más cruel. Para esto suele haber una premisa a considerar: el que compra cosas en su precio más bajo, exigirá como si por el producto hubiera cancelado su precio regular.

El consumidor que compra por precio, termina por no apreciar el producto

Realmente es una premisa bastante simple. El consumidor que compra solo por el precio bajo, no valora el producto, es decir, piensa que el producto no vale lo que cuesta y por tanto, no merece la pena adquirirlo si no se encuentra en descuento.

Esa es la razón por la cual esta clase de cliente centrada en precios bajos, no suele interesarte por las prestaciones del producto ni la calidad del servicio de atención al cliente del establecimiento, sino sencillamente por los descuentos que pueda obtener. Y lo más probable es que, aun con el precio bajo, el establecimiento termine en deuda con el cliente, porque lo usual es que, además de llevarse un producto por debajo de su valor real, el consumidor que regatea termine quejándose de la atención recibida, tenga objeciones o se dirija al equipo de trabajo con desconocimiento total del concepto de amabilidad y lo más importante, no va a ser embajador del establecimiento, porque en la menor oportunidad hablará mal del servicio recibido, ese servicio que pago con precio rebajado.

Y posteriormente las cosas pueden empeorar

Si ya lo antes mencionado sonaba un poco fatal, realmente todo puede empeorar un poco más. Lo que ocurre es que una persona que adquiere un producto con una rebaja sustancial en el precio o con concesiones especiales o beneficios adicionales, la próxima visita no se va a mostrar muy feliz de encontrar el mismo producto a su precio regular, al contrario, lo más probable es que solicite nuevamente dispensaciones especiales.

Por esa razón y pensando en esa clase de consumidor es que se debe pensar muy bien las estrategias de impulso de ventas que impliquen baja de precios. En general, esta estrategia suele utilizarse como forma de aumentar las ventas en caso de stock paralizado o exceso de inventario en determinada mercancía, pero fuera de eso, es mejor dejar los descuentos para clientes seleccionados, de los que ya tenemos certeza de fidelidad y los cuales verdaderamente logran apreciar los beneficios del establecimiento y las marcas que en él se distribuyen.

Recuerda siempre que para un establecimiento es malo no tener clientes, pero es mucho peor tener malos clientes.