Leemos en la web «elEconomista» un analisis realizado por Eduardo Olier, presidente del Instituto Choiseul España acerca de las exportaciones españolas más en concreto del frenazo que parece ha acaecido en las mismas. A continuación os resumimos parte del mismo.
El frenazo exportador español
La economía española muestra signos muy positivos. Ahí están los datos del Banco de España que dan una tasa de variación interanual positiva del 1,1% del PIB, con cuatro trimestres consecutivos de avance intertrimestral. Un ritmo más elevado que el previsto, lo que lleva a incrementar las previsiones para este ejercicio y el próximo: un 1,3% de aumento del PIB en 2014, y un 2% para 2015.
Se ha repetido en los últimos tiempos que el sector exterior constituía uno de los pilares fundamentales del cambio de ciclo de la economía española. Sin embargo, nuestras exportaciones llevan tres meses consecutivos en números rojos. Lo que pone en evidencia que las exportaciones españolas acusan importantes debilidades estructurales, particularmente por su concentración en Europa, lo que induce su volatilidad. Se trata de un hecho tradicional de la economía española.
Por no ir más atrás, de enero a junio de 2014, el 70%, aproximadamente, de las exportaciones españolas se localizaron en Europa, con el 63% en la Eurozona. Y muy singularmente en Francia y Alemania, que acumularon alrededor del 37% de todas las exportaciones españolas en ese período. Una excesiva concentración en unos mercados que son, a la vez, los de menor crecimiento. Debilidad que se suma a las tenues exportaciones hacia importantes mercados, como son los Estados Unidos o los países asiáticos que, en conjunto, sumaron únicamente el 10% de todas las exportaciones.
Es evidente que no se puede cambiar la estructura productiva y exportadora de un país en pocos años, esto requiere décadas como hizo Corea del Sur. Pero no es menos cierto que, en el contexto de la globalización económica, es imprescindible impulsar una política multipolar que coordine los esfuerzos exportadores. Lo que precisa, necesariamente, conjugar una política industrial coherente, con un esfuerzo colectivo por entrar en los mercados más dinámicos y de más futuro y, a la vez, un sistema educativo eficaz. Algo que va más lejos de la simple promoción de la marca España. Y que necesita con urgencia la puesta en marcha de una política industrial que promueva decididamente la innovación en sectores tecnológicos de mayor valor añadido, a la que se una el foco exportador hacia los mercados de mayor crecimiento, sin olvidar un buen modelo educativo.
Lo que llama, tal como se hace en Corea del Sur, a una estrecha coordinación entre el Ministerio de Industria, el de Economía, el de Exteriores y el de Educación o, por qué no, a un Estado más moderno que dé luz a un nuevo Ministerio que agrupe estas capacidades. De no hacerse, lo que hoy es una ligera preocupación, será mañana un enorme problema.
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