El 2020 fue un año caracterizado por retos y dificultades para la mayoría de las empresas, que en medio de confinamientos y restricciones de movilidad, vieron descender sus ingresos a niveles críticos. Sin embargo, por su carácter prioritario, el sector de la distribución de alimentos fue uno de los grandes beneficiados por la pandemia del coronavirus.
Aunque la industria retail en general se ha visto en aprietos, no ocurre lo mismo con los supermercados y las cadenas minoristas dedicadas al expendio de alimentos, únicos comercios que durante la situación de emergencia sanitaria disfrutaron de un incremento en las ventas, mientras la crisis azotaba la economía nacional como ninguna otra.
De hecho, justo antes de entrar en confinamiento, lo primero que hizo la ciudadanía fue abastecerse para poder soportar la temporada sin poder salir de casa. La venta de alimentos tuvo un aumento equivalente al de las mascarillas desechables y los geles hidroalcohólicos, lo cual resulta una tendencia bastante fuera de lo común.
Incremento en el consumo de aperitivos
Una vez instaurada la etapa de confinamiento, con bares, restaurantes cerrados y hoteles con movimiento restringido, los ciudadanos continuaron comprando comida, pero esta vez decidieron incluir en la lista de compra los pequeños caprichos que tenían vetados en el sector restauración, como cervezas, vinos, golosinas y aperitivos.
Según indica Patricia Daimiel, directora general de la consultora Nielsen, la distribución alimentaria batió records durante 2020. “Su facturación se incrementó en un 7%, tres veces más que un ejercicio normal”. Se trata de un sector líder en el mercado europeo y una de las pocas industrias que ha podido mantener su nivel de contratación en medio de la emergencia.
En palabras de Florencio García, representante de la firma de análisis de mercado Kantar, “El sector ha sido elogiado en toda Europa y, desde el punto de vista de su imagen, ha dado un gran paso adelante como agente social, con la población empatizando con la figura de los cajeros de los supermercados”, consiguiendo cifras de crecimiento en ventas de un 14%.
Aumento de los gastos como consecuencia de las medidas de bioseguridad
Por supuesto, no todo ha sido color de rosas. La necesidad de seguir estrictos protocolos de higiene y seguridad, además de las adaptaciones de los establecimientos de cara a la nueva normalidad, también han tenido un importante impacto económico, incrementando los gastos operativos en los supermercado y en líneas generales en cualquier establecimiento de proximidad.
Otro punto que ha generado cambios en la estructura de costos ha sido la adaptación obligatoria al comercio electrónico, que requiere de una logística diferente a la que se venía utilizando. Los márgenes de los distribuidores han sufrido como consecuencia de lo anterior, pero se compensan con el incremento de las ventas y el aumento de la demanda.
La distribución de alimentos es un sector esencial y prioritario dentro de la economía española, con una importancia enorme dada su capacidad de generar empleos y proporcionar bienestar a la población.