La eficiencia energética en supermercados suele abordarse como una cuestión puramente técnica: cambiar bombillas, ajustar la climatización o invertir en equipos más modernos.
Sin embargo, hoy ya no basta con aplicar medidas puntuales. La gestión inteligente de la energía se ha convertido en un factor estratégico que afecta a la rentabilidad, la reputación y la capacidad de adaptación al futuro de cualquier supermercado.
Debemos considerar la eficiencia energética como una oportunidad de negocio que merece la pena integrar, con el ojo puesto en 2030.
El nuevo contexto energético: los supermercados en el punto de mira
Los supermercados son espacios de alto consumo energético continuo. La iluminación debe funcionar prácticamente todo el día, la refrigeración y la climatización no se pueden detener, y a ello se suman hornos, cafeterías o puntos de cocinado en los formatos más modernos.
Algunos datos que te pueden dar una idea son:
La refrigeración representa entre el 40% y el 60% del consumo energético total.
La iluminación supone entre el 15% y el 25%.
La climatización ronda el 10%-15%.
En un contexto de los precios de la energía, esto supone una amenaza para la rentabilidad. Pero al mismo tiempo, una oportunidad, porque los clientes valoran cada vez más la responsabilidad ambiental de las marcas. Sin olvidar que las políticas europeas están impulsando la transición hacia un modelo más sostenible.
Nuevas vías para ahorrar energía
Solemos pensar en las medidas más conocidas: cambiar bombillas por LED, ajustar termostatos o apagar equipos que no s eestén utilizando. Pero la innovación en este campo va mucho más allá. Hoy existen soluciones que permiten convertir el supermercado en un espacio generador de energía, más autónomo y resiliente, además de alinearlo con las expectativas de los consumidores y las exigencias normativas.
Generación renovable in situ
Cada vez más establecimientos instalan placas solares fotovoltaicas en sus cubiertas. El ahorro puede llegar al 30%-40% del consumo eléctrico, y en muchos casos se complementa con sistemas de almacenamiento en baterías que garantizan autonomía y estabilidad.

Además, algunos grupos están explorando acuerdos de comunidades energéticas locales, compartiendo excedentes con otros negocios o vecinos. Esto genera un vínculo positivo con la comunidad.
Recuperación de calor
Un supermercado genera grandes cantidades de calor residual, especialmente en la zona de refrigeración, que puede recuperarse y reutilizarse para calentar agua o climatizar otras áreas.
Así se reduce el consumo de calefacción hasta en un 25%.
Inteligencia artificial y big data
La digitalización permite monitorizar en tiempo real el consumo energético. Pero el siguiente paso es usar algoritmos de IA que anticipen patrones de demanda, ajusten la temperatura automáticamente o detecten anomalías antes de que se conviertan en averías.
Te ponemos un ejemplo: un sistema que aprenda el flujo de clientes y adapte la iluminación y climatización a las horas de mayor o menor afluencia.
Diseño arquitectónico sostenible
La eficiencia no depende solo de la tecnología. El diseño del espacio también juega un papel clave, con la arquitectura bioclimática.
Aquí se vuelve fundamental el uso de materiales aislantes, los cristales de fachada de cristales de baja emisividad y una distribución de las secciones que optimice la refrigeración y el ir y venir de clientes.
Mirando hacia 2030: tendencias que marcarán el camino
La eficiencia energética no es solo un reto hoy, también es una carrera hacia mañana. En un horizonte como 2030, marcado por los objetivos de descarbonización y la presión regulatoria europea, los supermercados no podrán limitarse a “ser más eficientes”: tendrán que transformarse en espacios inteligentes, autónomos y conectados con la comunidad.
Estas son algunas de las tendencias que ya se perfilan y que redefinirán cómo se concibe un supermercado sostenible en la próxima década:

Hiperautomatización y gemelos digitales
Además de integrar todos los sistemas bajo un mismo software, surgirán los llamados gemelos digitales: réplicas virtuales del supermercado que permiten simular escenarios energéticos, anticipar consumos y planificar mantenimientos con precisión.
Supermercados nZEB y positivos en energía
Los edificios de consumo casi nulo darán paso a supermercados que generan más energía de la que consumen, gracias a la combinación de fotovoltaica, baterías y microeólica. El excedente se podrá volcar en la red o utilizar para recargar vehículos eléctricos de clientes y proveedores.
IA predictiva y adaptación dinámica
Los algoritmos evolucionarán hacia sistemas capaces de anticipar patrones de comportamiento de clientes: si hace calor y se espera más afluencia a la sección de bebidas frías, el sistema lo sabrá antes de que ocurra y ajustará la refrigeración.
Movilidad eléctrica integrada
Los supermercados no serán solo puntos de compra, sino centros de recarga para vehículos eléctricos. Esto los convertirá en referentes de sostenibilidad y atraerá clientes por conveniencia.
Certificaciones “climate positive”
No bastará con ser neutro en carbono, las grandes cadenas buscarán certificaciones que demuestren que aportan más al medio ambiente de lo que consumen, como plantar bosques o financiar proyectos de compensación en la comunidad.

Diseño experiencial y sostenible
La sostenibilidad será visible en la propia experiencia de compra: techos verdes, espacios con ventilación natural, señalización que muestre el ahorro energético en tiempo real… El cliente vivirá la sostenibilidad como parte de la experiencia de marca.
La eficiencia energética ya no es un proyecto aislado. En un sector donde los márgenes son ajustados y la competencia feroz, cada kilovatio cuenta, y aquellos establecimientos que conviertan la energía en una parte del negocio a tener muy en cuenta, y no en un lastre, estarán mejor posicionados para liderar el mercado en los próximos años.
