La señalización de un supermercado parece un detalle menor… hasta que un cliente se pierde buscando un producto, se salta una oferta o abandona un pasillo porque no entiende nada.
La cartelería es uno de esos elementos que, sin darte cuenta, influyen directamente en las ventas y en la experiencia de compra. Lo que pasa es que si no se hace bien, el efecto buscado de que un producto llame la atención se vuelve en tu contra y nadie lo verá jamás.
Hay unos errores muy frecuentes que debes conocer para no cometerlos.
01. Carteles con letra demasiado pequeña
Es uno de los errores más extendidos.
Carteles muy bonitos, muy completos… pero imposibles de leer si no te acercas a 20 cms, y en un supermercado, como ya sabes de sobra, nadie quiere detenerse a descifrar la letra: la gente va con prisa, cargando bolsas o empujando carros.
Cuando el texto no se lee rápido, se pierde el mensaje. Y si el mensaje era una oferta, una novedad o una recomendación, también se pierde la venta.
La solución es sencilla: tipografías más grandes, frases cortas y un diseño que se entienda en un segundo, no busques estilos de letra originales si no se leen con facilidad. Mejor la letra de siempre aunque no te guste mucho, pero que cumpla su función.

02. Usar demasiados colores compitiendo entre sí
Muchos establecimientos caen en el error de “cuanto más color, más llamativo”, pero ocurre lo contrario: demasiado colorido genera ruido visual y confunde.
Al final, el cliente no sabe dónde mirar y los carteles pierden fuerza.
El truco está en elegir una paleta limitada y mantenerla: un color principal para destacar ofertas, otro para señalizar secciones y uno neutro para la información general.
Cuando hay coherencia visual, la tienda se ve más ordenada… y el cliente se orienta sin esfuerzo. En cuanto se da cuenta de qué significa cada uno, va directamente a buscar lo que necesita en cada momento.
03. Poner demasiada información en un mismo cartel
Una señalización saturada hace que el cliente no lea nada.
Es normal querer contar todos los beneficios de un producto, pero ya hemos dicho que el cliente quiere sencillez, y que no se detiene a leer párrafos: frases cortas, mucho mejor. Cuando hay exceso de texto, el cerebro lo descarta automáticamente.
La clave está en simplificar: una idea por cartel, un beneficio por mensaje, un precio claro si es una oferta. Todo lo demás se diluye porque no sirve demasiado.
04. Falta de coherencia entre carteles permanentes y carteles temporales
Sucede mucho.
Imagina una señalización fija muy cuidada… y al lado, un cartel improvisado, torcido, con otro color, escrito a mano o impreso deprisa. Eso rompe la armonía visual y da sensación de improvisación.
El resultado es que el cliente no sabe qué información es importante y qué es temporal. Para evitarlo, vale la pena tener una plantilla base para carteles de ofertas, otra para promociones y otra para señalización fija.
De esa manera, aunque cambie el contenido, la identidad visual sigue siendo la misma.
05. No indicar bien categorías ni pasillos
Cuando el cliente no encuentra lo que busca, se frustra. Y cuando se frustra, compra menos… o se va.
Muchas tiendas olvidan poner señalización clara en los pasillos o incluyen categorías demasiado genéricas (“alimentación”, “bebidas”, “básicos”). Eso no ayuda nada a quienes están buscando algo.
El cliente no quiere adivinar dónde está cada producto, lo que quiere es encontrar carteles claros, sencillos de leer y que digan exactamente por dónde empezar. Cuanto más específicos sean (“leches y vegetales”, “especias y condimentos”, “café e infusiones»), mejor fluye la circulación en el supermercado.

06. Señalizar ofertas sin destacar lo importante: el precio
Un error habitual.
Cuando se anuncia una promoción sin que el precio destaque sobre cualquier otra cosa, o peor aún, que la oferta no se entienda. Si el cliente tiene que hacer cuentas en su cabeza, ya te aseguramos que pasa de largo: no quiere pensar (y tampoco lo debe necesitar).
El precio debe ser grande, claro y visible incluso desde el pasillo. Y si hay un antes y un después, haz que también sea evidente. El objetivo es que la oferta se entienda en medio segundo. Si tarda más, no funciona.
07. Colocar carteles en lugares donde no se ven bien
A veces el problema no es el diseño, sino la ubicación.
Carteles detrás de productos, a demasiada altura, en zonas mal iluminadas, o incluso colocados donde cualquier otro elemento tapa la vista: si el cliente no lo ve, no existe. Da igual si te has asegurado de no cometer los seis errores anteriores, si cometes este, nada de lo que has hecho hasta ahora importa.
Antes de colocar definitivamente un cartel, revísalo desde el punto de vista de una persona en movimiento:
¿Está el precio claro?
¿Se ve mientras caminas?
¿Puedes leerlo sin detenerte?
¿Lo distingues desde la entrada del pasillo?
¿Lo lees con claridad sin que te confundan letras ni colores?

Una pequeña prueba visual te da información real de qué siente la persona a quien quieres llegar y, en definitiva, puede cambiar por completo los resultados.
La señalización no es decoración, es una herramienta de venta que, bien hecha, trabaja sola sin necesidad de nada más, pero mal hecha, confunde, satura y hace que el cliente pase de largo. Debes pensarla bien y colocarla con mucho cuidado.
Con unos cuantos ajustes estratégicos, tu supermercado puede mejorar la navegación, aumentar la conversión por impulso y transmitir una imagen más profesional… sin la necesidad de gastar demasiado, ni tiempo ni dinero.
